lunes, 17 de agosto de 2009

Reedescubriendo a los clásicos: Quevedo


En verano siempre me gusta reedescubrir a los clásicos no sé por qué. Quizá sea porque la atmósfera de la Biblioteca así lo requiere. Uno de mis clásicos favoritos de todos los tiempos es Francisco de Quevedo. me gusta muchísimo tanto su poesía como su prosa, nadie mejor que él ha sabido plasmar la realidad de la sociedad española del siglo XVII con una crítica muy mordaz escondida bajo un halo de ironía que no deja indiferente.

La obra de Quevedo es intensa e inmensa. No sólo escribió el famoso poema dedicado a un hombre con una naríz prominente ni se metió con el Conde Duque de Olivares, sino que de su pluma surgieron también versos y estrofas más inocentes como éste dedicado al mar que hoy quiero compartir con vosotros. En estos tiempos que corren, no está de mas darle un vistazo a los grandes clásicos y dejarse llevar por ellos.

A LA MAR

La voluntad de Dios por grillos tienes,
Y escrita en la arena, ley te humilla;
Y por besarla llegas a la orilla,
Mar obediente, a fuerza de vaivenes.

En tu soberbia misma te detienes,
Que humilde eres bastante a resistilla;
A ti misma tu cárcel maravilla,
Rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.

¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento
De ocupar a los peces su morada,
Y al Lino de estorbar el paso al viento?

Sin duda el verte presa, encarcelada,
La codicia del oro macilento,
Ira de Dios al hombre encaminada.